Aquello sí que eran Navidades, cuando el Madrid y otros tres equipos se montaban unos partidos fenomenales, de primerísima categoría, en teoría amistosos pero más reñidos y entretenidos que muchos partidos oficiales. Pero en el año 2006 se rompió una tradición iniciada cuarenta años antes, en 1966, de la mano de Raimundo Saporta (que de aquella mandaba mucho tanto en el club como en la FIBA).
En los últimos años, serían precisamente Saporta y el ya fallecido Antonio Martín, junto a opciones más mercantiles como Phillips o El Corte Inglés, quienes darían nombre a este torneo, que sin embargo mantuvo toda sus historia varias constantes. La más destacada, la presencia del Real Madrid (normal, eran los organizadores) siempre en primera o segunda posición salvo el año inaugural y en 1993.
No dejaba de ser un torneo amistoso, y por esa razón lo mismo participaban clubes que selecciones, o incluso combinados especiales, como la “selección moscovita” en el 94 y distintos “all-stars” de jugadores norteamericanos. Por lo mismo, raro era el año que no había en el ajo un segundo equipo español (también hasta el año 93), como el Estudiantes, el Joventut o, en 1968, el Picadero J.C.
Sabonis consagró el torneo para la posteridad
Y como decimos, jugaban los mejores. Hablamos de la selección soviética de los ochenta, años también de selección yugoslava y equipos como la Jugoplastika o el Partizan. También se veía con frecuencia a la selecciones brasileña y griega, o al Maccabi de Tel Aviv, al Efes Pilsen o a los clásicos equipos griegos, que no pueden faltar en todo “sarao” de este tipo que se precie.
La intervención mundialmente más famosa fue la que hizo Arvidas Sabonis en 1984. Como parte todavía de la selección soviética y frente a un excelente Real Madrid, el angelito, a sus veinte añitos y con gente de la talla de Belostenny, Tkachenko, Iovaisha, Homicius o Kurtinaitis en el campo, se cascó un mate a dos minutos del final que reventó el tablero. Sin recambio, hubo que acabar ahí el partido.
En estos tiempos en los que seguro que los tableros no se rompen tan fácil, y si se rompen hay recambio seguro, se echan de menos aquellos enfrentamientos extraños pero intensos entre, por ejemplo, el Benetton de Treviso y la selección cubana o el Real Madrid y el combinado australiano, jugados entre turrones y villancicos. Llámenme nostálgico, pero para una cosa de la Navidad que me gustaba…